jueves, 10 de marzo de 2011
Trocitos de algo bueno.
Decidí no usar el ascensor y subir por las escaleras hasta el segundo piso del edificio amarillento. No era precisamente por la práctica, que tenía abandonada, de la gimnasia, si no para dar tiempo a mis zapatillas a escurrir el agua de los charcos de sus suelas. Aquel era un día normal: rutina, rutina y más rutina. Y, mientras elegía la llave adecuada y la introducía en la cerradura de la puerta, un olor fabricó un rugido leve en mi estómago. Al abrir la puerta allí estaba ella, con una sonrisa enorme y una bandeja caliente de madalenas recien hechas
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Me encanta ! estos trocitos de tus "peores" microrelatos le dan un toque genial al dia ! saludos desde los sures americanos :)
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