Se pasó todo el verano cantando, con otros insectos amigos, saltaba de una planta a otra y viajaba por los campos siempre en compañía de su amor, la princesa de las abejas.
El verano tocaba a su fin y las hormigas se burlaban de él, pero el saltamontes ahora sabía que había merecido la pena, además, tenía pensado un plan para robarle a las hormigas gran parte de su cosecha veraniega.
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